LA GENERACIÓN VENIDERA


En los últimos años hemos vivido terremotos, tsunamis, el alud de Brasil, y recientemente el terremoto, tsunami y desastre nuclear en Japón, a lo que habrá que sumarle el inicio del enfrentamiento armado contra Libia.

Todas las informaciones que nos llegan hablan de muertos, desaparecidos, víctimas, heridos, contando las desapariciones y muertes como pérdidas en vidas, además de las pérdidas materiales.

Lo que no hemos escuchado en ningún reportaje o informe, seguramente porque resultaría imposible determinar, es la gran cantidad de vidas humanas en gestación que se habrán perdido en estos grandes desastres naturales. No solamente existe el daño a través de la muerte, sino también porque la radioactividad desatada, influye enormemente en las células de modo tal que se verían afectados los óvulos maternos de toda mujer que logró sobrevivir quedando a expensas de esta radioactividad.

Además, “la radiación altera la reproducción”, dice el Dr. Rodríguez-Farré, miembro del Comité Científico de Nuevos riesgos para la salud de la Unión Europea, y “afecta más a las mujeres que a los hombres”.

La explicación estriba en que “los espermatozoides se regeneran totalmente cada 90 días y un espermatozoide alterado desaparece en ese periodo, pero los óvulos están en los ovarios toda la vida, y si un óvulo alterado por la radiación es fecundado posteriormente, habrá malformaciones en el feto, aunque sea años después”.

Demás está mencionar la falta de información y la liviandad con la que se trata al niño en gestación y a su madre. Si bien existen ayudas sociales desde el Estado, por otra parte se levanta una vez más la mano contra la vida al propiciar y permitir los proyectos sobre la despenalización del aborto, incluyendo la mentira de que el niño por nacer no es considerado feto hasta los tres meses.

La vida en gestación es muy delicada e importante. Es necesario tenerla muy presente al momento de establecer programas tanto desde el Estado como desde las Iglesias ya que es muy tierna y necesita especial cuidado.

Dios no se ha olvidado de la generación venidera, y la tiene muy presente en su palabra. En el Salmo 78 dice: “hablaremos a la generación venidera del poder del Señor, de sus proezas, y de las maravillas que ha realizado”. Sin lugar a dudas, cuando nosotros aún no teníamos conciencia de que ya en el vientre de la madre esa vida en crecimiento tiene sentimientos, percibe situaciones y escucha la voz de sus seres queridos, Dios sí tenía en cuenta este detalle y nos envía a hablarles del Señor.

El promulgó un decreto, según este Salmo, “ordenó a nuestros antepasados enseñarlos a sus descendientes para que los conocieran las generaciones venideras y los hijos que habrían de nacer, que a su vez los enseñarían a sus hijos”..

Y aún más importante es la finalidad y consecuencias de este mandato, “así ellos pondrían su confianza en Dios y no se olvidarían de sus proezas sino que cumplirían sus mandamientos. Así no serían como sus antepasados: generación obstinada y rebelde, gente de corazón fluctuante, cuyo espíritu no se mantuvo fiel a Dios”.

Desde la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas, convocamos a defender la vida desde su concepción, no solamente para que sea respetada y preservada desde su gestación, sino que tengamos la gracia y el coraje de llevar a las generaciones que nos suceden el Evangelio de Jesucristo.

Para que ninguno se pierda, sino que sepan desde el vientre de su madre poner su confianza en Jesucristo, dador y hacedor de la vida. Es nuestro deber enseñarles que nunca olviden las proezas de Dios quien está regalando a cada niño por nacer el mayor tesoro que pueden obtener: LA VIDA.


Pastora Ligia Würfel
Coordinadora del Área Comunicación
Consejo Directivo de ACIERA